Un estudio reciente de la empresa de análisis Informa D&B ha revelado que desde 1993 se han creado en España más de 3 millones de empresas, pero la gran mayoría de estas ya no se encuentran activas. El análisis abarca más de 30 años de evolución empresarial, demostrando las dificultades para la supervivencia a largo plazo en el tejido empresarial español. Solo un pequeño porcentaje de las empresas creadas en ese periodo sigue operando hoy en día.
El informe indica que el 83% de las empresas creadas desde 1993 han cesado su actividad. Esta alta tasa de cierre está relacionada con diversos factores, como la inestabilidad económica, cambios en los mercados y la falta de adaptación de muchas empresas a los nuevos retos tecnológicos. En muchos casos, las empresas cierran sin formalizar su baja a través de procesos oficiales, lo que dificulta el seguimiento exacto de los cierres.
El momento de mayor creación de empresas se produjo en 2006, cuando se fundaron más de 150.000 compañías. Sin embargo, la crisis financiera de 2008 tuvo un impacto devastador en el sector empresarial, reduciendo drásticamente el número de nuevas constituciones y provocando un aumento de los cierres. A pesar de la posterior recuperación, la pandemia de COVID-19 en 2020 añadió una nueva oleada de dificultades para las empresas.
Entre los sectores más afectados por los cierres están la construcción, la hostelería y el comercio minorista, aunque prácticamente todas las industrias han experimentado algún grado de dificultad. Por otro lado, solo un 32% de las empresas creadas en 2011 sigue operando, y esta tendencia parece mantenerse para las empresas más recientes.
En cuanto a la distribución geográfica, Madrid y Cataluña han liderado la creación de empresas en las últimas décadas, con más del 20% del total de nuevas empresas concentradas en estas dos regiones. No obstante, también son las zonas donde se han registrado las mayores tasas de cierre.
A pesar de estos datos preocupantes, el informe destaca que la tasa de fracaso empresarial en España no es una excepción a nivel mundial. Muchos países desarrollados enfrentan problemas similares en cuanto a la longevidad de las empresas, con una tendencia creciente hacia la creación de startups que, aunque innovadoras, enfrentan grandes riesgos y dificultades para mantenerse en el mercado más allá de los primeros años.