Más de la mitad de las empresas medianas españolas planea invertir en sostenibilidad en 2025, según un informe reciente de Grant Thornton. Este dato refleja una tendencia creciente en el tejido empresarial español hacia la adopción de prácticas más responsables y sostenibles.
El informe destaca que el 52% de las empresas medianas en España tiene previsto aumentar su inversión en sostenibilidad durante el próximo año. Este compromiso se alinea con la creciente presión regulatoria y social para que las empresas adopten prácticas más sostenibles y transparentes.
La figura del director de sostenibilidad (CSO) está ganando protagonismo en las empresas españolas. Según un estudio de Heidrick & Struggles, el 63% de las empresas del Ibex 35 ya incluyen al CSO en su comité de dirección, reflejando la importancia estratégica de la sostenibilidad en el ámbito corporativo.
Además, la transición energética se presenta como una oportunidad para que las empresas sean más competitivas y sostenibles. La crisis entre Rusia y Ucrania ha acelerado la toma de decisiones en Europa hacia la sostenibilidad. Según un estudio del Pacto Mundial de la ONU, el 87,8% de las pymes españolas están adoptando acciones concretas para el desarrollo sostenible.
En el País Vasco, más de un tercio de las empresas están desarrollando productos que contribuyen directamente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Sin embargo, Euskadi sigue ligeramente rezagada en comparación con la media nacional en la integración de estos objetivos en sus procesos empresariales y proyectos de acción social.
La sostenibilidad se ha convertido en un pilar fundamental para las empresas que buscan no solo cumplir con las normativas vigentes, sino también mejorar su reputación y competitividad en el mercado. La integración de prácticas sostenibles permite a las empresas acceder a nuevos mercados, atraer talento y responder a las demandas de consumidores cada vez más conscientes y exigentes.
Sin embargo, la implementación de estas iniciativas no está exenta de desafíos. Las empresas deben equilibrar el cumplimiento normativo con la eficacia en la reducción de emisiones y la implementación de proyectos sostenibles, evitando caer en prácticas de "greenwashing". Para ello, es fundamental contar con planes públicos de cumplimiento a largo plazo y una comunicación transparente sobre los avances y resultados obtenidos.
La financiación también juega un papel crucial en este proceso. La filantropía se ha convertido en un motor para el desarrollo y financiación de infraestructuras sostenibles, especialmente en países en desarrollo. Fundaciones filantrópicas y bancos de desarrollo colaboran para atraer recursos privados y públicos, impulsando proyectos con elevado impacto social y ambiental.
En resumen, el compromiso de las empresas medianas españolas con la sostenibilidad es una señal positiva hacia la construcción de un tejido empresarial más responsable y alineado con los desafíos ambientales y sociales actuales. No obstante, es esencial que estas iniciativas se implementen de manera efectiva y transparente, garantizando su contribución real al desarrollo sostenible y evitando prácticas que puedan comprometer su credibilidad y eficacia.